Cuando caminamos hacia un objetivo , vamos atravesando distintas postas, para llamarlas de alguna manera. Lugares en donde la plenitud nos eleva a estados de conciencia iluminados y la creación se manifiesta generando un estado casi de felicidad permanente, en otras oportunidades, lugares de desierto donde caminamos sin sentir nada, tal vez un estado de indiferencia late en se momento, en otras ocasiones lugares de oscuridad profunda donde solo se ve la ausencia de luz y ahí el camino se hace a los tumbos, con caídas y tramos de incertidumbre, agonicamente por momentos.
El caminar la vida, viviendola, tiene algunos de estos lugares, que no están afuera sino en nuestro microcosmos, de puertas adentro. La densidad y la sutileza se entrelazan se dan paso una a otra, alternando lo que sentimos, modificando nuestra estabilidad emocional. El mundo se achica y la luz se atenúa, se busca la salida pero se choca con salidas falsas en donde te das una piña y retrocedes, y buscas esa mano amiga para que te saque de ese estado, en donde sentís un tiempo eternamente permanente, inmobil, quieto, sin aire, parecido a un estado de muerte latente, porque no se definió aún, seguís vivo.
Los estados de la mente, los estados de las emociones, serán..?, tal vez o no, quizá caiga en errores conceptuales , pero no menos veraces, no son tangibles pero habitan , modifican tu cotidianeidad, interfieren en los vínculos humanos, los logros y los fracasos. Son parte del mundo de lo no visible, subjetivo, pero tan real como lo material y visible, forma parte de la otra cara de la moneda.
Se habita, y se siente, ES...tan real como lo corpóreo , material.
Son tiempos iluminados por la oscuridad en donde se apagó lo llamado luz.
La experiencia se va sumando y tal vez al final del recorrido la luz se genere sin desearla, sin buscarla con un cartel que indique" llegada".Desde el camino ...
R. Laguna
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