Casi una semana en donde todo comenzó a cambiar...
en silencio, sin ladridos,
la quietud y la somnolencia,
el sobresalto y la espera,
casi no comía, casi no bebía
el silencio como delator de lo que vendría.
A la izquierda con la daga, hambrienta esperaba
la dama de negro.
Cada segundo presente lo anunciaba
el gran banquete para la dama implacable.
Algunos la llaman
madame La mort.
Y el momento no deseado,
el momento, al medio día llegó.
Emprendió vuelo hacia algún lugar su alma,
hacia la madre tierra su cuerpo.
Todo acabo.
La presencia de su ausencia habita su alfombra mágica
al costado del hogar, al pie del sillón.
Rocío L
Desde el corazón, en la laguna de los recuerdos.

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