Al pensar que nuestra nave es el planeta y que el universo es el camino, se me hace mas fácil pensar en lo minúscula que soy y del espacio que ocupo, en lo inalcanzable que se hace recorrer toda la nave y conocer a todos sus tripulantes y coviajeros...en lo difícil de poder convivir entre tantas diferencias sin el elemento principal, el amor, la paciencia, la tolerancia y el respeto.
Un viaje que dura una vida, en los que algunos se bajan antes, en algún puerto y otros siguen camino hasta que llegue el momento del descenso.
Las tempestades que se afrontan y dañan alguna zona de la nave, con víctimas azarosas, y zonas en la que la información no llega, ni se enteran de lo acontecido,... aparece el egoísmo y los intereses individuales, sin tomar conciencia de quienes padecieron...
De que es la única nave, la de todos. En la que no hay ni paracaídas, ni botes, ni salvavidas. Si no la cuidamos, corremos el riesgo de hundirnos todos en un universo profundo sin fondo, infinita caída libre, sin suelo.
Nuestra nave Tierra, hermosa, circunstancial, en la que transitamos, recogiendo experiencia a su paso y la que guardaremos en nuestras valijas hasta bajar en algún
puerto, el día y la hora asignados. La valija no es otra cosa que nuestro corazón.
Rocío

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